Episodio 1. Génesis
Steven era un chico formal, algo tímido pero responsable. Con su actitud y aptitudes no tardó demasiado en ganarse la confianza del equipo de producción de una empresa de nombre Tenvinilo, dedicada a la fabricación de vinilos para decoración. Era su mundo, se sentía cómodo y Steven parecía fluir entre plotters, máquinas de impresión y sus manos pelaban el material con gracia y rapidez.
Ese día empezó con normalidad, nadie podía augurar lo que iba a pasar.
La empresa tenía pendiente un encargo importante de vinilos que tenía que salir sí o sí a la mañana siguiente rumbo a Holanda. A media tarde un par de máquinas de forma extraña e inesperada fallaron y el pedido quedó parado durante horas. Cundía el pánico. No fue hasta última hora de la jornada que se consiguió reestablecerlas. Steven se ofreció a trabajar hasta la hora que hiciera falta para que el mensajero se encontrara todo preparado a primera hora y eso hizo.
Fuera, en el exterior, se fue formando una tempestad, el tiempo era terrible esa noche. Viento, lluvia… y nubes negras en remolino amenazaban con truenos y rayos que parecían lanzados por el mismísimo Júpiter. Con cada relámpago el edificio temblaba cada vez más. Pero el último de la noche hizo que en un acto reflejo Steven se agachara, parecía haberle caído justo encima. Las luces se apagaron, todo quedó en silencio. A los pocos segundos las máquinas empezaron a vibrar. Se encendieron las luces sin que hubiera electricidad. Steven no entendía nada y su piel se erizaba del terror. La vibración era cada vez mayor, el zumbido ensordecedor. Hasta que cesó. El cuerpo del chico se relajó un instante hasta que de uno de los plotters se proyectó una onda eléctrica seca y potente que alcanzó al joven. Esa corriente descomunal pasó luego a la máquina de impresión, inmediatamente al resto de plotters, los ordenadores… ¡Steven gritaba! El dolor era inmenso y la luz dentro del taller cegadora. Hasta que todo cesó.
Al día siguiente Gerard abrió como siempre la oficina. Se extrañó al no ver el pedido de Holanda preparado y mientras llamaba al responsable de producción para ver que había pasado encontró a Steven en el suelo desfallecido con la ropa calcinada.
……….
Todos los trabajadores de Tenvinilo pasaron a visitar a Steven al hospital. No recordaba nada. Solamente tenía ganas de que le dieran el alta y volver pronto al taller. Se sentía con fuerzas pero los médicos tenían dudas; algo extraño había en las radiografías y los distintos análisis que le hicieron. No tuvieron más remedio que darle el alta.
Al salir de la clínica Steven pidió un taxi para volver a casa. Al levantar la mano vio caer a su lado un trozo de vinilo blanco mate. “Debería tener alguna etiqueta enganchada en la chaqueta” pensó.
Subió al vehículo y al disponerse a abrir la puerta su mano quedó enganchada al tirador. Tuvo que insistir para soltarse. Cuando iba a cruzar el paso cebra para llegar a su portal observó que una señora cruzaba ensimismada en rojo sin percatarse de la furgoneta que no parecía frenar. Steven intuyó el peligro con inusitada rapidez y alargó su brazo. Este se estiró envolviendo a la dama y levantándola más de tres metros sobre el suelo. La mujer, sobresaltada, miró atrás para ver qué había pasado. Steven no quería que le descubriera y por instinto saltó al lateral de un camión que pasaba delante suyo, abalanzándose sobre la tela y quedando perfectamente adherido. Como si un vinilo se tratara.
Subió corriendo a su casa. Saludó a su tía abuela Mary-Anne y se encerró en su cuarto. Asustado se dijo:
-¿Qué me está pasando? ¡Me adhiero a todo! Parezco un adhesivo humano. Seguro que tiene que ver con lo que pasó la otra noche. Recuerdo los rayos ahora y algo entrando en mis entrañas, como tiñendo mi alma. Intuyo algo… intuyo algo. Tengo que probarlo.
Y Steven cerró los ojos y sintió poder en su interior. Estiró la piel de sus manos y vió que se desprendía para luego volver a crecer al momento. Se desprendía y resultaba ser una potente lámina adhesiva. La lanzó hacia un balón de baloncesto que había en el suelo a más de dos metros y lo atrajo hacia si en un santiamén. Saltó al techo y se agarró fuertemente con la yema de los dedos pequeños de cada mano. ¡Se sentía eufórico!
Durante toda la tarde y la noche fue poniendo a prueba sus poderes. Si lo pensaba el lanzamiento de su vinilo corporal podía tomar distintos colores, gramajes y características. Si pensaba 082.A lanzaba un tono claro, si gritaba “glass reversed” podía invertirse y colocar sus pies en la techumbre. Es como si todo Tenvinilo se hubiera mimetizado con su ADN.
Temeroso se acercó a la ventana. Quería comprobar algo, un fuerte presentimiento le recorría el espinazo.
Vivía en un sobreático, la distancia hasta tierra provocaba un vértigo aterrador. Pero extrañamente se sentía confiado. Se lanzó sin pensarlo al vacío y a medio caer susurró para sus adentros “papel transportador”. ¿Y de sus pies surgió una lámina rectangular de 122x200 cm exactamente! Con el mismo tipo de papel que se usaba en su trabajo para facilitar el trabajo de aplicación de los vinilos a los clientes que compraban los productos de Tenvinilo, empresa puntera que decora tu vida y vende actualmente en más de 40 países de todo el mundo.
Y sobrevoló su ciudad subido a la pieza transportadora, como si la alfombra de Aladino se tratara. En ese momento se percató; nunca más sería sólo Steven. A partir de ese momento lucharía contra la maldad del mundo y de paso decoraría las casas de la gente con su nuevo alter ego: STICKERMAN.